Mi hijo desordena todo... ¿qué puedo hacer? - Motriko - Psicoterapia y Psicomotricidad
psicomotricidad educativa, psicomotricidad en familia, psicomotricidad terapeutica, psicomotricidad preventiva, terapia sistémica, dificultades lectoescritura, dificultades sensoriales y motrices, tics, inquietud, inhibición o timidez extrema, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), baja tolerancia a la espera y a la frustración, rabietas, conductas agresivas, problemas emocionales, miedo o angustia, tristeza, duelo, autismo o asperger
16576
post-template-default,single,single-post,postid-16576,single-format-standard,bridge-core-3.1.2,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-theme-ver-30.1,qode-theme-bridge,disabled_footer_bottom,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-7.1,vc_responsive
 

Mi hijo desordena todo… ¿qué puedo hacer?

Tod@s lo hemos vivido alguna vez: llega ese famoso momento en que hemos conseguido ordenar la casa, la ropa, los cajones, quizás los juguetes. Y nuestro amado hijo, que con sus 12-36 meses no se aparta de nuestro lado, decide que ése es el mejor momento para empezar a esparcir… esparcir la ropa recién plegada, los juguetes, las pelotas, los DVDs, los libros. Lo que tenga a su alcance. ¿Por qué hace eso? ¿Es malo y desobediente? ¿Me quiere poner a prueba? ¿Qué tengo que hacer?

Es totalmente normal que los niños de 2-3 años hagan este tipo de cosas. De hecho, forma parte de un juego que atraviesa un ciclo completo: “ordenar-desordenar-ordenar”. Cuando tu hijo tira todos los lápices de la caja y poco a poco los vuelve a meter, está descubriendo cómo recuperar simbólicamente esa sensación placentera de estar en brazos de su madre, bien cogidito, bien apretadito junto a su mamá. Esa agradable sensación de cuerpo unificado, contenido y sostenido por su mamá, es la que él recupera cuando, después de ver todo esparcido, lo reúne de nuevo.

Por lo tanto, el placer real no es sólo desordenar, sino el ciclo completo de “ordenar-desordenar-ordenar”. Sí, tu hijo te complicará la vida desordenando lo que acabas de ordenar, pero seguramente vivirá también con gran placer la posibilidad de ordenar contigo. Y si te ve ordenando, no tardará en sumarse a ti. No lo hará exactamente como a ti te gustaría, pero él sentirá que estáis en una profunda sintonía.

dsc_0541-w2500

Habrá veces que el niño recogerá espontáneamente, otras que se sumará cuando te vea empezar recoger, y otras en las que ni te mirará, probablemente porque está enfrascado en otro proyecto de juego. Todas estas situaciones son normales.

Sin embargo, si censuramos cada vez que el niño inicie ese tipo de juego, poco a poco el placer ya no estará en el desordenar-ordenar, sino simplemente en el desordenar. Porque ya sabemos que aquello prohibido es mucho más atractivo

Entonces, ¿qué podemos hacer?

1.Una solución que muchas familias aplican es la de sacar de su alcance aquellas cosas que verdaderamente no queremos que desordene, y dejar a su alcance otros materiales que sí pueda desordenar y esparcir (p.e. un cesto lleno de pelotas, o lleno de telas de diferentes tamaños destinadas a jugar) para que pueda vivir ese juego sin interferir demasiado con nuestras actividades. Si veo que se acerca peligrosamente a la montaña de ropa plegada, puedo sugerirle “si quieres jugar con la ropa, te dejo ésta“, y le muestras cómo puede esparcirla por sí mismo. Respetamos su interés pero desplazamos el objeto de su juego.

2. Si pronto será la hora de recoger, avisarle siempre con algo de antelación: “dentro de 5 minutos toca recoger porque iremos a…”; si es un poco más mayor también puedes decirle algo como “tendrás que ir pensando cómo acababa esta historia/juego porque en 10 minutos habrá que recoger“.

3. El momento de recoger, que para muchos niños aún es vivido como una actividad placentera, se puede acompañar con una canción que facilite al niño la contextualización de lo que hacen, darle un sentido de “final”. Nos encanta para estos momentos la canción de “a guardar, a guardar, cada cosa en su lugar“. A menudo se la aprenden y la cantan con nosotros.

4. Antes de los 3 años, el niño no suele recoger solo. Necesita que le ayudemos. A veces nosotr@s vamos más rápido que él, pero es muy importante que se sienta partícipe de este momento. O al menos que te vea recoger, por ejemplo cuando hay demasiadas cosas en el suelo y retiramos algunas que vemos que ya no están en uso. Lo que no favorece en absoluto el hábito de recoger, es que “aprovechemos” cuando no está el niño para recoger sus juguetes, ya que en ese caso él no podrá ver el ciclo completo de orden-desorden-orden.

5. A partir de los 3 años, el niño puede haber incorporado ya el hábito de recoger, pero a menudo todavía necesita que le acompañemos de alguna manera en ese momento, sea con nuestra presencia, o sea con algo de ayuda. “Uau, qué recogido está quedando todo”, “fíjate cómo ha cambiado la habitación” puede ayudarle a valorar el efecto de sus acciones sobre su entorno.

6. Sobretodo, el recoger NO debe ser planteado nunca como un castigo, sino que es algo totalmente natural e integrado en las actividades cotidianas y en el juego.

En la gran mayoría de los casos, el ciclo “orden-desorden-orden” se acaba completando y resolviendo satisfactoriamente. Tener claro cuál es el sentido profundo de estas manifestaciones en los niños nos ayudará a alcanzar una actitud más consciente y positiva; precisamente es una de las cuestiones más frecuentes en las consultas familiares que recibimos en Motriko.

Sin embargo, en algunos casos, hay niños que viven con gran malestar el momento de recoger. Se muestran inquietos, agitados corporalmente, incluso temerarios, prefieren esparcir todo pero no consiguen “completar el ciclo” ni encuentran el placer de volver a reunir las cosas. Estos niños probablemente tengan alguna angustia interna, muy profunda, a la cual no saben poner palabras. La manera de expresarlo que han encontrado es esta relación “desordenada” con su entorno.

La Psicomotricidad Terapéutica es un abordaje que permite a los niños reelaborar aquellas angustias más profundas, el malestar corporal y emocional que les ha dificultado el construir una imagen positiva de sí mismos. El objetivo de esta terapia es ayudar al niño a construir un cuerpo unificado y placentero, permitiéndole desarrollar una mayor contención de sí mismo y de sus excesos pulsionales, y a establecer una relación más saludable con su entorno.